martes, 24 de mayo de 2016

La paternidad: catarata de clichés


Por @sershus

Ningún niño nace malo. 

Antes de ser padre odiaba a todos los que decían "la paternidad/maternidad es lo mejor que te puede pasar en la vida" y prometí nunca decírselo a nadie que no fuera padre en caso de ser padre yo algún día. Al instante de haber sido padre   fue lo primero que dije. 

Hay un momento para los padres que me parece crucial y también terrible: el momento en que el hijo deja el jardín y empieza la primaria. 

Mientras el hijo va al jardín les seguimos diciendo "bebé" a pesar de que ya no lo sean pero una vez comenzada la primaria ya no podemos. 

El fin del jardín es el fin de la inocencia y con la primaria los niños descubren que la vida no es un juego y puede ser una verdadera mierda. 
En la primaria empiezan las responsabilidades, llegan los "no quiero ir", las notas, el bullying, las trompadas, los engaños, las mentiras, los sufrimientos, la realidad y el volverse malo. 

El primer día de clase de primer grado nuestro bebé se convirtió en persona sin que nos hayamos dado cuentan y queremos recuperarlo. Pero no podremos. 

Mi amigo y maestro y mejor guionista argentino, Pablo Solarz, una vez me dijo que ser guionista es el ejercicio de despojarse de la adultez y volver s ser niños. 

Los niños construyen relatos todo el tiempo, inventan historias delirantes y perfectas que jamás se nos podrían ocurrir a los adultos porque somos adultos y estamos llenos de convenciones que nos limitan. La capacidad de fantasear de un niño es infinita y sus historias delirantes no sólo son hermosas y grandes historias sino que además son siempre verosímiles. No porque provengan de un niño, sino porque son completamente sinceras. Y lo sincero siempre es creíble. 

Pasar del jardín a la primaria es probablemte el cambio más abrupto que tengamos en la vida incluyendo todos los cambios posibles de la vida. Lo que suceda en la primaria marcará lo que somos. O lo que serán. 

Me da miedo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario